Llega el momento de recoger todo y volver a casa. Atrás queda ya una décima edición de DreamHack, un décimo aniversario, que solo podemos catalogar de ensueño. Nos vamos con pena porque nos hubiera gustado que esta fiesta de los esports durara más… bueno, que fuese continua, que no se acabase, pero toca poner los pies en la tierra.

Para un medio como Esports Bureau, un festival de este tipo supone muchas cosas. No negaremos que supone una oportunidad de oro para disfrutar y salirnos un poquito de nuestro marco habitual, aunque no tanto. Al final, todo lo que tratamos en nuestra línea editorial acerca de inversiones, patrocinios, alianzas, tecnologías etc, toda esa parte de negocio, acaba teniendo su máxima expresión en festivales como esta DreamHack Valencia. Es por lo tanto la oportunidad de oro de ver el resultado de todo ese esfuerzo reflejado en quien manda  a día de hoy en el sector: el fan.

Y aunque está pensado por y para el fan, y en este sentido, ya adelantamos que este aniversario ha sido un auténtico y rotundo éxito, sin más, no se puede calificar de otra manera. también tenemos que decir que de cara al negocio ha sido un evento más que interesante.

Reconociendo que nuestros buenos momentos hemos pasado a los mandos de algún que otro título (es inevitable y la cabra tira al monte), lo cierto es que también ha habido tiempo para hablar de «business». Y en eso también DreamHack Valencia ha contribuido de una manera increíble.

Dado que todavía estamos en un momento, a pesar de todas las cifras astronómicas que se están manejando, muy incipiente de la industria, es bien sabido que aún cuesta mucho convencer a determinados sectores o directivos para que den un paso al frente y se decidan por apostar del todo por este nuevo segmento de entretenimiento.

Y para eso, un festival como DreamHack Valencia viene como anillo al dedo. Todos esos fans que han asistido, esa pasión desbordante que hemos visto a lo largo de estos tres días, es el mejor aval que podemos tener para convencer a esos indecisos. Por eso, la máxima de «si alguien no entiende los esports, simplemente llévale a un evento y que juzgue por el mismo«, aquí se ha cumplido y con creces. Lo hemos visto con nuestros propios ojos en diferentes reuniones que hemos ido teniendo a lo largo del fin de semana.

Así que hemos podido disfrutar de tres días de entretenimiento increíbles, competiciones, oleadas de fans, y de apertura de ojos antes este espectáculo por parte de muchas compañías que nos hacen albergar muchísimas esperanzas ante lo que se nos viene en los esports a nivel nacional en menos tiempo del que nos imaginamos.

Toca coger el coche de vuelta con cierta tristeza porque cuando uno ha estado disfrutando de los esports de esta manera durante tres días, la vuelta a la realidad siempre choca. ¿Lo bueno? Que nuestra realidad de mañana sigue girando en torno a los esports, así que poca queja podemos tener porque somos unos privilegiados.

Tiempo habrá esta semana que entra de hablar de DreamHack y de analizar temas puntuales. Os prometimos que haríamos podcast especial y así va a ser y además esperamos tener con nosotros a Arturo Castelló y Javier Carrión, máximos responsables de que todo esto haya sido posible. Eso sin, también nos queremos acordar de todo, absolutamente todo el equipo que compone DreamHack, que de verdad ha hecho un trabajo excepcional.

Sin duda será muy interesante todo lo que hablemos con ellos, pero por una vez nos vamos a permitir ser un poco menos rigurosos. No sabemos qué cifras de audiencia se darán, no sabemos que críticas puede llegar a haber… Y es que no nos importan hoy. Lo vivido en DreamHack Valencia no lo queremos cuantificar con números. No se puede. Lo queremos expresar con palabras, y aún así, hay tantas… nos quedamos con una que creemos que resumen bien a nivel global esta edición y al sector: espectacular.