Construir la estructura en la que Riot Games lleva trabajando durante 10 años para la escena competitiva de League of Legends a nivel mundial, no es tarea sencilla. Muchas veces nos limitamos a ver lo que ocurre con una LEC (Europa) que nos toca muy de cerca, una LCS (Norte América) con la que siempre ha habido rivalidad, y una LCK (Corea) y LPL (China) que se supone deben marcar camino viniendo de donde vienen.

Pero el mundo es mucho más grande y mantener las mismas condiciones en todos los lugares, aunque loable, es insostenible. Y eso es lo que ha debido pensar Riot Games Oceania, cuyo anunció de cambio en la OPL (Oceanic Pro League), ha tenido reacciones de todos los gustos y colores.

La decisión tomada es que para 2020, se suprimen los estipendios para apoyar las operaciones de los equipos. Como concesión, Riot ha eliminado  los requisitos de salario mínimo para jugadores.

Los equipos fueron informados de este hecho en octubre, y Kotaku Australia reveló un correo electrónico que describía los cambios en un artículo que describía las preocupaciones de la comunidad.

«Podemos confirmar que hemos eliminado el subsidio operativo para la próxima temporada de acuerdo con el plan que los equipos conocieron cuando ingresaron a la liga«, comentaba Riot Games Oceania a Kotaku Australia.

«También podemos confirmar que hemos acordado como concesión con los propietarios de los equipos renunciar al requisito de salario mínimo de OPL. Esta decisión no se tomó a la ligera, sino con miras a la sostenibilidad, y se comunicó a los jugadores de OPL el 23 de octubre «.

Era de esperar que hubiera reacciones de diferente signo. Varios equipos se quejan de que el estipendio era fundamental para poder hacer frente a los costes derivados de viajar cada semana al estudio de Riot Oceania para los partidos retransmitidos.

En Twitter, la comunidad de League of Legends de la región oceánica expresaba opiniones muy variadas, sobre todo reflejando sus dudas y preocupaciones entre las diferencias que se podrían crear entre los clubs más grandes y mejor financiados y las organizaciones más pequeñas.

Como ya conocimos por el dueño de H2K, el estipendio de Riot es una parte muy importante de los ingresos de los clubs, aunque por lo menos en LEC, ni mucho menos suficiente para hacer frente a todos los costes, fundamentalmente los de los jugadores, que en el caso europeo suponen el coste principal y el más elevado con diferencia.

En el caso de Oceanía desconocemos el salario mínimo, pero parece una contra medida coherente, aunque muchos argumentarán que entonces habría que ver hasta qué punto la liga que se construye es profesional si empiezan a bajar los salarios de los jugadores.

El hecho de que Riot Games haya puesto como norma para sus competiciones un salario mínimo para proteger a los jugadores es un activo más que positivo. Lo que cabría preguntarse es si en algunas regiones, ese mínimo está acorde con lo que la propia liga genera y si no debería de ir ciertamente acorde a la situación de la competición y de los clubs.

En cualquier caso, la situación de Oceanía demuestra que intentar establecer un sistema global único es complejo y que se depende mucho de las circunstancia de cada región, por lo que no es tarea fácil.