Que los eSports han venido para quedarse, es algo que ya poca gente duda. Hasta aquellos que no saben qué es este nuevo fenómeno de chavales jugando a videojuegos, y lo que es más importante, de millones de espectadores viendo cómo lo hacen, ya empiezan a oír en mayor o menor medida ecos de los importantes anuncios que se están produciendo, también en España.

Desde que este fenómeno empezó a crecer en España, uno de los objetivos claros que actualmente se plantea esta joven industria, a nivel mundial, es su equiparación a los deportes tradicionales, línea perfectamente comprensible y entendible primero por su similitud como eventos deportivos y competitivos y segundo por su condición de atraer inversión con todo lo que esa tipología de evento lleva asociado. Cualquier evento que se precie o cualquier tertulia sobre eSports trata este objetivo, en el cual parece haber gran prisa y desasosiego por conseguir. Y que no se me malinterprete, personalmente he sido de los primeros en apostar por esta tendencia cuando se me ha pedido opinión… Pero últimamente he comenzado a pensar que quizás este no es el primer paso que deban acometer los eSports, por lo menos en nuestro país.

Hay varios hechos y razonamientos para este cambio de opinión (que rectificar es de sabios), y parece ser que no soy el único que comienza a pensar de la misma manera. En el primer eSports Summit celebrado en España el pasado diciembre, y preguntados por este mismo asunto sobre la importancia de los eSports por ser reconocidos como deportes, varios de los ponentes ya coincidían en que era una línea a seguir, pero que los eSports deberían de marcar su propio camino, su propio tempo y su propia evolución. Poco después, confirmo por vías confidenciales, que el gobierno aún no reconoce a los eSports en España como un deporte (algo que se preveía obviamente) y que esto afecta al tipo de licencias para apuestas que se deben de solicitar si se quiere entrar en el lucrativo universo de las apuestas para eSports. Y la tercera señal es la reciente creación de la Federación Española de Videojuegos y eSports, que en lugar de crearse al amparo del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, como cabría suponer, lo hace al amparo del INJUVE, a pesar de que una de sus líneas maestras de actuación está enfocada a obtener el reconocimiento como deporte para los eSports.

Analizando estos casos, la primera conclusión puede ser que se trata del síndrome español de “déjeme usted unos años para que asimile esto y luego ya veremos”…. Pera recientemente, y para mi asombro, charlando con compañeros de la British eSports Association descubro que en UK sufren los mismos problemas que España… La pregunta : ¿cómo han logrado entonces el apoyo oficial de instituciones para eSports? Y la clave de la respuesta es “no enfocándolo como deporte, sino como elemento CULTURAL”. En sus propias palabras “Intentar que las autoridades entiendan que los eSports son el futbol del futuro sólo conduce a un bucle sin salida.. En cambio si se enfoca como un elemento cultural, como un añadido al deporte tradicional en la formación de los jóvenes y que pueden complementar con eSports como elemento que estimula su formación, al igual que por ejemplo el ajedrez (que es considerado deporte, pero percibido de distinta manera), entonces la comprensión de los eSports es mucho mayor.”

Las reflexiones sobre esta situación son muy importantes. En primer lugar, el estado de los eSports en España no es muy diferente al del resto del mundo (obviando países asiáticos y la actual vorágine marketiniana). En términos de percepción por el gran público, ese al que se quiere llegar a toda costa, todavía es pronto y se necesita dar más tiempo a los eSports para que se asienten entre nosotros.

Y en segundo lugar, inexplicablemente, se ha perdido uno de los valores principales de los eSports o al menos no se está enfocando su expansión desde un punto de vista natural a los mismos: el factor cultural. Conviene no olvidar de donde proceden los eSports. Su base fundamental son los videojuegos, elemento artístico que ha costado años, sudor, lágrimas y fuertes discusiones que fuera reconocido como elemento cultural en nuestro país; y una vez logrado, la primera variante que surge de los mismos se intenta enfocar por otras vías en lugar de aprovechar el camino ya recorrido. Puede que en los eSports no prime el elemento artístico o narrativo del propio videojuego al que se juega, pero no por ello deja de carecer de estos elementos culturales en su propia concepción y, más importante aún, son capaces de generar su propia cultura alrededor: desde su propio lenguaje (feedear, pokear, pickear, etc), a sus propias costumbres, a sus propios medios de transmisión, contando además con una gran variedad y riqueza gracias a las diferentes tipologías, habilidades y características de cada uno de los videojuegos susceptibles de ser considerados eSports. Sin olvidar las comunidades que se crean a su alrededor, y los propios valores que fomenta como competición: amistad, colaboración, superación, trabajo en equipo, etc. Atendiendo a lo anterior y a la definición de cultura: “Conjunto de conocimientos e ideas no especializados adquiridos gracias al desarrollo de las facultades intelectuales, mediante la lectura, el estudio y el trabajo.”, ¿alguien podría negar que los eSports son cultura?

La conclusión a todo esto es: ¿no estamos intentando demasiado pronto convertir a los eSports en deporte, cuando por sus orígenes y características ya podríamos demostrar que son cultura de nuestra actual generación y tomar este hecho demostrable para impulsar su conocimiento a todos los niveles de la sociedad?